Cómo planificar unas finanzas sanas sin fallar en el intento

Algunos pueden pensar que la organización de las finanzas es un sendero tortuoso y difícil de lograr, en el que se necesita mucho dinero. Lo cierto es que no hay nada más alejado de la realidad que eso y por ese motivo en este artículo queremos proponerte una forma sencilla y práctica para que construyas un plan para mejorar tus finanzas.

Este plan se centra en 4 elementos claves sobre los que debes actuar y monitorear periódicamente y que están íntimamente relacionados entre sí. Cada uno con un objetivo distinto te permitirá tener esa tranquilidad financiera que tanto estás  buscando.

1. A salir de deudas

Aquí tenemos que hacer una distinción entre deudas tóxicas y deudas funcionales.

Las deudas funcionales son aquellas que en general tienen tasas de intereses bajas (<10%) y que te permiten acceder a bienes y/o servicios que puedes rentabilizar. Por ejemplo, una deuda hipotecaria para la compra de una propiedad, una deuda automotriz para la compra de un auto para trabajar, una deuda estudiantil para un postgrado, etc.

Por otra parte, las deudas tóxicas son aquellas con altas tasas de interés y que además lo único que hacen es sacarte dinero del bolsillo. Por lo tanto, si tienes este tipo de deudas, es necesario establecer una estrategia para salir de ellas.

Para salir de deudas te puedes plantear dos estrategias: el método bola de nieve o el método acelerado:

  • Método bola de nieve: consiste en ordenar tus deudas desde la que debes menos a la que debes más. Al tenerlas ordenadas empiezas por establecer el mayor pago que puedas a las que debes menos y al resto asignarle el pago mínimo. 
  • Método acelerado: consiste en atacar tus deudas desde las que tienen mayor tasa de interés a las que tienen menor tasa de interés. De esta forma, asignas lo máximo posible a las que te cuestan más desde un principio y tratas de terminarlas rápidamente.

Inicialmente enfócate en salir de las deudas tóxicas.

2. Cinturón de seguridad o colchón de tranquilidad

Algunos lo llaman el fondo de emergencia, pero este término evoca una sensación de urgencia que psicológicamente no queremos tratar. Por eso, nos gusta llamarlo el cinturón de seguridad o también colchón de tranquilidad.

Se trata de ahorros que debes tener siempre disponibles y apartados para atender turbulencias, necesidades no previstas e incluso cubrirte cuando tus ingresos se vean mermados.

Una forma práctica de saber el tamaño que debe tener tu cinturón, es determinar cuáles son tus usos fijos del dinero mes a mes. Es decir, cuánto no puedes dejar de pagar mensualmente (lo que nosotros llamamos los usos esenciales del dinero mensual). Por ejemplo, comida, transporte, medicamentos, hogar, estudios, deudas, etc.

Una vez que sepas esa cantidad fija mensual, entonces deberás pensar que el tamaño de tu cinturón debe ser al menos 3 meses de esta cantidad; ideal si logras hacerlo de 6 meses. Incluso algunos proponen que pueda ser de hasta 12 meses (1 año), pero ya eso dependerá de qué tan tranquilo te sientas.

Recuerda siempre tener tu cinturón de seguridad disponible o lo más líquido posible. No lo inviertas, su objetivo es darte la tranquilidad que necesitas y no más aprietos económicos.

3. Protección para ti y tus seres queridos

A pesar de tener nuestro cinturón de seguridad, todos estamos expuestos a eventos no deseados que pueden requerir de un gran desembolso de dinero. Incluso muchísimo más de lo que nuestro cinturón puede protegernos.

En este caso, es necesario que identifiquemos cuáles son esos seguros que debemos tener para mantener nuestras finanzas sanas en caso de necesitarlos. Estos pueden ser seguros de salud, seguros de hogar, de invalidez, mascotas e incluso asegurar equipos, vehículos o herramientas que sean las que te permitan generar ingresos mes a mes.

Además, piensa que si tienes dependientes económicos (esposa, hijos, hermanos, padres, etc.) deberías tenerlos protegidos también para que ante tu posible ausencia ellos queden resguardados por el tiempo que así tu decidas. 

Seguro te preguntas Miguel, Carlos ¿qué seguros necesito? Bueno, te invitamos a que pinches aquí para enviarte parte de nuestra planilla de planificación financiera, en donde podrás evaluar qué tipos de seguro te convienen.

4. Construcción de un presupuesto, primero mirando hacia atrás y después hacia adelante.

Todo lo que hemos comentado anteriormente, debes reflejarlo en un instrumento de control y planificación: el presupuesto. Esto te permitirá entender cuál es la distribución de tu dinero y como consecuencia tendrás unas finanzas bien planificadas.

Recuerda, no podemos planificar y controlar lo que no conocemos, así que un presupuesto es sin duda una gran herramienta que te ayudará a darte esa tranquilidad financiera que estás buscando.

Para armar un buen presupuesto, básicamente necesitas saber solo dos cosas: cuánto ganas y cuánto gastas. Con esto podrás darle un uso intencional a tu dinero para que tú lo controles a él y no él a ti.

Si aún no sabes cuales son tus gastos, te invitamos a que explores tu pasado. Para ello, revisa tus estados de cuenta de los últimos tres meses (al menos) y trata de clasificar todos y cada uno de tus usos del dinero. Sí, lo sabemos, es muy engorroso, tedioso y lento pero para eso vinimos para planificar nuestras finanzas y no fallar en el intento.

Una vez que entiendas cómo has distribuido tu dinero los tres meses anteriores , entonces tendrás una idea de cómo distribuir tu dinero. Usa eso como referencia para estimar cuánto serán tus consumos de dinero de ahora en adelante mes a mes.

Tu presupuesto lo deberás dividir en tres grandes grupos: lo esencial o eso que no puede faltar y es fijo mes a mes; lo aspiracional, que serán tus metas de ahorro e inversión; y por último lo discrecional, que se refiere a aquellos usos de dinero que son variables y que dependen probablemente de tus gustos o necesidades personales.

Una vez realizada la mirada hacia atrás y construido tu presupuesto mensual, ahora toca proyectarte hacia el futuro. Lo ideal es que proyectes tu presupuesto a un año, incorporando en él esos usos cíclicos del dinero que no necesariamente los ves mes a mes. Por ejemplo, en tu proyección anual incluye usos como las cuotas especiales de un crédito, la inscripción del colegio o universidad de tus hijos, el pago anual de impuestos, el pago anual de la prima de seguros u otros.

A partir de ahora es un buen momento para empezar a invertir tu dinero y hacer que él trabaje para ti.

¿Aún te quedan dudas? ¿Quisieras tener más herramientas para planificar tus finanzas?

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Si te interesa explorar más sobre estos temas pincha aquí para enviarte parte de nuestra planilla para la planificación de tus finanzas, en donde podrás evaluar parte de estos aspectos.

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